By Holy See Mission
Intervención del Cardenal
Angelo SodanoSecretario de Estadoen la reunión celebrada en el
Palacio de las Naciones Unidaspara el examen de la"Iniciativa contra el hambre y
la pobreza"Nueva York, 20 de Septiembre
de 2004Señor
Presidente,
Tengo
el honor de llevar la adhesión de la Santa Sede y la personal de Su
Santidad
Juan Pablo II a la importante iniciativa de este encuentro, promovido
por el
Presidente de la República Federativa del Brasil, y al que ha llegado el
apoyo
de numerosos Gobiernos aquí representados.
Al
respecto, quisiera hacer brevemente algunas consideraciones.
1. Todos somos conscientes de la gravedad del problema del hambre
en el
mundo. Está particularmente preocupada por ello la Santa Sede, que
quiere
asegurar aquí todo el esfuerzo de la Iglesia Católica por erradicar del
mundo
este flagelo. Todo cristiano, en realidad, ha de hacer propia la actitud
de
Cristo ante sus paisanos sin alimento: "Misereor super turbam, quia
[...] nec
habent quod manducent". "Siento compasión de esta gente, porque
[...] no
tienen qué comer" (Evangelio según San Marcos 8, 2).
Por su parte, la Santa Sede ha apoyado siempre las numerosas
iniciativas personales y colectivas para solucionar este drama. En este
sentido,
cabe recordar la vasta acción humanitaria de las instituciones católicas
en el
mundo entero, sobre todo en las misiones y en los Países más pobres.
2. En este mismo sentido, la Santa Sede se ha adherido además a
las
iniciativas de los distintos organismos de la ONU, y en particular de la
FAO,
del FIDA (IFAD) y del PMA (WFP), directamente implicados
en las
actividades para combatir el hambre y la inseguridad alimenticia.
Los principios inspiradores de la posición de la Santa Sede en
este
contexto ya fueron ampliamente ilustrados en mi intervención en la FAO
en 1996 y
se refieren al respeto de la dignidad de la persona humana, la puesta en
práctica del principio de solidaridad, la realización del principio del
destino
universal de los bienes de la tierra y la promoción de la paz.
Y fue justamente en 1996 cuando se tomaron, por parte de todos
los
Países, compromisos solemnes, que han estado consolidados ulteriormente
en la
celebración de la llegada del Tercer Milenio. La Santa Sede se adhirió
también a
aquellos solemnes compromisos de todos los Jefes de Estado y de Gobierno
contenidos en el 1996 Report of the World Food Summit y,
sucesivamente,
en la 2000 UN Millennium Declaration.
3. Se inició así una Alianza contra el hambre en el mundo, pero
después,
poco a poco, se fue descubriendo que faltaban los fondos suficientes
para hacer
frente a un programa de seguridad alimenticia mundial. Es digno de
alabar el
esfuerzo ante las emergencias, causadas por catástrofes naturales o por
guerras.
Pero, ciertamente, el problema es mucho más vasto. La lucha contra el
hambre, y
diría también contra la sed, va más allá de las meras emergencias; esta
lucha
debe afrontar una serie de factores complejos como, por ejemplo, la
necesidad de
invertir en el capital humano de las poblaciones locales (pienso a los
campos de
la educación y de la salud), de solicitar la transferencia de las
tecnologías
apropiadas y de garantizar equidad en el comercio internacional. Esto,
sin
embargo, no debe desanimar en la elaboración de un programa que lleve a
la
erradicación del hambre y de la sed en el mundo.
4. Bienvenida sea, por tanto, una nueva búsqueda para "aumentar
a
disponibilidade de recursos para enfrentar aqueles desafios", y, más
aún,
para "examinar fontes alternativas de financiamento ao
desenvolvimento" (Carta
del Presidente del Brasil a Su Santidad Juan Pablo II, del 25 de junio
de 2004).
Ciertamente, uno de los principales problemas que hacen arduo
dicho
programa es el de la financiación. Por una parte, tendremos que recordar
de
nuevo a todos los Países donantes su compromiso de subir la ayuda
pública para
el desarrollo al 0,7% del PIB de cada Estado.
Después se podrán buscar también las formas innovadoras que
ahora se
intentan presentar, teniendo en cuenta además el consenso ya manifestado
en
Monterrey y apoyando las iniciativas particulares como la del International
Finance Facility.
5. La Santa Sede, por su parte, dará su propio apoyo al respecto.
Será
ésta una enorme empresa, junto con la que ya se está llevando a cabo
contra las
enfermedades y la miseria en general. Se facilitará así lo indispensable
para
vivir a toda criatura humana querida por Dios, con una inmensa dignidad,
a su
imagen y semejanza. He hablado de miseria y no tanto de pobreza, porque
ésta -
si bien es necesario intensificar los esfuerzos para afrontarla - estará
siempre
presente entre nosotros de formas diversas. A tal propósito, son siempre
actuales las palabras de un gran Obispo de Su tierra, Señor Presidente,
el
recordado Mons. Helder Cámara, que decía: "El pobre apenas tiene lo
indispensable para vivir y nada más, pero el mísero no tiene ni siquiera
lo
indispensable".
¡Es esto, lo indispensable, lo que nosotros tenemos que dar a
toda
criatura humana!
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